de la República protestando en las calles y carreteras de diversos Estados en compañía de otras madres de mujeres desaparecidas, que al igual que ella, lo único que pedían era el cumplimiento de la ley.
Al enterarse que el asesino de su hija pertenecía a un grupo de delincuencia organizada y recibir una serie de amenazas decidió volver a Chihuahua y plantarse frente al Palacio de Gobierno de esta entidad para manifestar su molestia y hacerle ver a las autoridades su exigencia y necesidad de justicia, ella deseaba que el feminicidio de su hija, fuera el último que existiera en el país y sostenía que, si la iban a matar, lo hicieran ahí a la vista de todos.
Fue así como la noche del 16 de diciembre del 2010 la asesinaron a las puertas del Palacio, mientras se encontraba protestando sin ningún tipo de protección. Marisela, no solamente fue víctima del asesino de su hija, también lo fue del crimen organizado y de las negligencias del Estado Mexicano pues hasta el día de hoy tanto la muerte de Rubí Marisol, como la de Marisela Escobedo continúan en la impunidad.
En días pasados fue conmemorado el aniversario de aquel asesinato, han transcurrido ya 10 años de aquella trágica historia que despertó a la sociedad al mostrar el peligro en el que todas las mujeres mexicanas viven todos los días. Claro que ha existido un avance en el reconocimiento de nuestros derechos humanos pues se han aprobado y reformado leyes que buscan la equidad de género y una vida libre de violencia para nosotras, además se han creado instituciones específicas para nuestra protección, entre muchas otras cosas. Sin embargo, cifras como las de este año en las que se señala que: